jueves, 9 de mayo de 2013

La paradójica ARESEP

Pretendo continuar insistiendo sobre el aumento desproporcionado que se viene dando en los servicios de agua, de electricidad y en el transporte público.
Es paradójico, que estas actividades, reguladas por el estado, sean las culpables directas del repunte de la inflación en los últimos meses, cuya cifra podría llegar al 6.7% a final de año, dato que estaría por encima de las estimaciones iniciales para el año 2013 (5 á 6 por ciento).
Y es que la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos, ha sido muy complaciente con la aceptación de los costos que las instituciones públicas le aportan para sustentar sus gastos de operación. La función sustantiva de la Aresep, no es ser una tramitadora de oficio  a peticiones de aumento, sino  un freno indirecto al crecimiento interno de los costos operativos de tales servicios.
Cuando en el seno mismo de una familia, el presupuesto hogareño comienza a ser insuficiente, porque los gastos sobrepasan los ingresos, no es solicitando un aumento de salario al jefe como resolvemos ese desbalance; es apretándonos la faja, posponiendo algunas actividades para tiempos mejores, es buscando donde comprar más barato, y congelando diversiones y salidas innnecesarias, como vamos nivelando nuestros presupuestos. Las familias no tenemos a quien trasladarle nuestra insolvencia transitoria, sino a las propias decisiones hogareñas de lógica elemental como podemos salir adelante.
La Presidencia de la República ha dado un jalón de orejas en tal sentido con las directrices recién emanadas para controlar esos aumentos, labor que en principio corresponde a la ARESEP. Con solo que esta Institución hubiera rechazado desde hace meses las solicitudes de aumento de tarifas al ICE, Acueductos y Alcantarillados, Recope, y a los autobuseros y taxistas, nos hubiésemos evitado estos golpes tan fuertes en los bosillos de los consumidores, y el peligroso repunte del proceso inflacionario que pareciera inminente.
El rechazo a esos aumentos tarifarios, habría logrado que, al igual que en la economía doméstica, tales instituciones se habrían visto forzadas a reordenar sus procesos internos, a controlar sus gastos, y adaptar sus presupuestos a sus ingresos reales existentes.
Un poco tardío el jalón de orejas, pero también el Regulador General debe recibir una alta dosis de ese jalón, situación que no hemos visto por parte del Ejecutivo.
Es evidente entonces, que los bienes y servicios no regulados, es decir, aquellos que se encuentran al arbitrio de la oferta y la demanda, son los que  menos aumentan de precio. Vemos como, el “mercado sí funciona”, y aún sus mayores detractores deberán convencerse que el mayor estabilizador de precios es la libre competencia. Otro sería el panorama nacional, con una competencia abierta para esos monopolios estatales del combustible y la electricidad. Los electores tienen la palabra para febrero del 2014. Eligiendo a los mismos, nos espera lo mismo.

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