La colectividad mundial en su gran mayoría, ha elegido la democracia como sistema imperante, y dentro de ella, a los partidos políticos como el instrumento para canalizar la representación cívica en la toma de decisiones.
Nuestro régimen electoral, en materia de elección y adjudicación de las plazas de diputado durante los últimos 60 años, se ha caracterizado por ser poco representativo tanto en lo geopolítico como en lo individual. El sistema de listas cerradas por provincia, donde el elector desconoce a los aspirantes a una curul, ha patrocinado un vicio histórico de voto ciego, no razonado, y poco atractivo para los ciudadanos.
Con la llegada del nuevo procedimiento de elección de alcaldes, regidores y síndicos a medio período, hemos logrado personalizar y enriquecer esta soberana decisión, que confiere un mejor criterio de selección para las autoridades cantonales y distritales.
Por ello, es necesario entonces, enaltecer y privilegiar también la designación del Presidente de la República y de los diputados.
Desde esta perspectiva, es evidente que en la elección del 2014 se encuentra en juego únicamente la elección del presidente y los diputados, posponiéndose la elección de las autoridades locales para el 2016.
Esta coyuntura permitirá ponderar mejor las calidades, idoneidad y atestados de los postulantes, y facultará un mayor tiempo disponible durante el acto mismo de la emisión del sufragio dentro del aula.
He abordado este tema la tarde de hoy, haciendo eco de un creciente clamor popular, que reclama mejores opciones de participación de los electores en la escogencia de sus representantes diputadiles, así como una justa distribución geográfica y poblacional.
Todas las regiones del país, deben garantizarse un representante en el seno del Parlamento, y reitero que digo regiones y no cantones. Estoy convencida que el actual sistema de reparto, así como el hecho de que una misma región pueda ostentar tres, cuatro o cinco representantes y otras zonas ninguno, aunque sean populosas, le está haciendo un flaco favor a la democracia costarricense.
Debemos abocarnos con prontitud a fortalecer la idea de establecer 57 circunscripciones electorales por vecindad geográfica y población similar, distribuidas por provincia de acuerdo al censo periódico de habitantes realizado por el Tribunal Supremo de Elecciones. La adjudicación de plazas será por cocientes y residuos según la norma actual. Si en una provincia de 5 circunscripciones, un partido adquiere dos plazas, éstas serán otorgadas a las dos circunscripciones de mayor votación de dicho partido. Si sólo adquiere una plaza por cociente o subcociente, ésta se otorgará a la circunscripción más votada de dicho partido en esa provincia.
Debemos aprovechar la existencia de una nueva Comisión Especial de Asuntos electorales para intentar reformas de equilibrio y proporcionalidad electoral, que se ajusten a los tiempos modernos de mayor apertura hacia nuestros sufragantes, y darles un estímulo real que incentive a líderes nacionales y regionales a comprometerse más en la toma de decisiones y acceso al poder político.
Presentaré en los próximos días ante la Nueva Comisión, una reforma electoral concreta y de fácil implementación, que reúna soluciones prácticas para las inquietudes expuestas, con miras a los comicios del 2014.
Muchas gracias!
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