Sr. Presidente, compañeros y compañeras
diputadas:
Quiero saludar a don Luis Guillermo Solís
como nuestro próximo Presidente. Le deseo sólo éxitos en su gestión y que Dios
alumbre su camino junto a todo su gabinete. Cada día toma fuerza la idea que
nuestro sistema político requiere una profunda transformación, y no es
precisamente con reformas parciales a la Constitución, lentas y tediosas, como
podemos modernizar el Estado Costarricense.
La experiencia de las agotadoras segundas
rondas electorales, con el desgaste de los cuadros dirigentes de las fuerzas en
contienda, el gasto millonario de los recursos, tanto públicos como privados,
que dichas consultas electorales conllevan, y cuyos resultados son casi
previsibles desde la misma primera ronda,
deben movernos a esa profunda revisión.
Las democracias parlamentarias, especialmente
en Europa, han demostrado que los sistemas donde el poder ejecutivo emana del
parlamento mismo, son mucho más representativos, y cargan un menor costo
electoral, al dirimirse el nombramiento de Primer Ministro en las negociaciones
internas del partido político con mayor número de representantes populares.
Cuando ninguna fuerza política obtiene la
mayoría de escaños, la negociación entre las diferentes minorías logra formar
gobiernos de coalición.
El Jefe de gobierno, y los líderes
opositores, todos son diputados, y esa obligatoriedad de interactuar en el
mismo parlamento mejora la gobernabilidad del partido en el poder.
Otro aspecto positivo a considerar, es el
poder que los representantes, entiéndase los diputados tendrían, con un mayor
control político por medio del voto de censura con dos tercios del parlamento, para
la destitución de un ministro que no realizare sus funciones adecuadamente.
Una reforma de esta magnitud, debe ir
acompañada de un cambio en el sistema y representatividad territorial, en la
designación de los miembros del parlamento. Aquí entrarían en juego las
circunscripciones electorales con afinidad geopolítica, de forma tal que el país se distribuiría en múltiples
territorios en disputa.
La legitimidad
del jefe de gobierno, se ve reforzada al ser designado a su vez, por otros
diputados electos en forma directa, por
determinados distritos electorales y no a través de listas afines a las cúpulas
partidarias, como generalmente ocurre en la actualidad.
Un hecho real
que ejemplifica con claridad la vinculación del gobernante con su
comunidad, es la conocida historia de la ex primera ministra Margaret Thatcher,
que cada 4 años debía consultarse en su distrito de FINCHLEY, en las afueras de Londres, y al
cual dedicaba visitas semanales los martes para atención de los diversos problemas
comunitarios. Ella tenía claro que si perdía la reelección en su distrito,
perdía también la posibilidad de reelegirse como primera ministra del Reino
Unido.
He querido hacer estas reflexiones para dejar
en actas, inquietudes que hace mucho tiempo se vienen debatiendo, pero que
ningún partido político, ni en solitario ni de forma conjunta, hemos querido
promover formalmente, ni al exterior ni al interior del parlamento mismo.
Gracias a todos por su atención.
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