jueves, 22 de agosto de 2013

En defensa del pulseador

Defensa del pulseador

Si verdaderamente queremos que la economía costarricense se desarrolle, es prioritario promover el emprendedurismo. Con ello se consigue una mejor oferta de bienes y servicios a mejor precio, y los consumidores tienen mayores opciones de compra. Este tipo de personas son autosuficientes, demandan cada vez menos dependencia del presupuesto del  Estado,  y son capaces de generar riqueza propia para el país.

Sin embargo, para promover  estas y estos emprendimientos, es necesario realizar cambios en varios ámbitos de nuestra sociedad costarricense. Para empezar, nuestras universidades y centros de formación técnica, y en general, todo nuestro sistema educativo, debe cambiar la orientación actual que le está dando a la formación de nuestros jóvenes desde su niñez.
Los costarricenses en general, hemos sido formados para ser empleados, no para ser empresarios o individuos autodependientes. La adopción de una nueva mentalidad y el estímulo para la producción de ideas innovadoras, deben ser los derroteros en nuestra educación desde sus inicios.
Si queremos que Costa Rica camine por la ruta del desarrollo, y no veamos la fuga de cerebros como algo normal para quienes tienen ingenio, y que no encuentran incentivos ni condiciones para desarrollar sus capacidades, destrezas o habilidades, debemos reorientar nuestro paradigma educativo.
Algunos microempresarios cuentan con ideas productivas acertadas y necesitan de muy poco capital para desarrollarse, pero se encuentran con un sistema financiero que les cierra las puertas sin mayor contemplación. Aun con los intentos que se han hecho por modificar esta situación y ofrecer mejores opciones de crédito, no se consigue que esto se logre, y todo se ha vuelto simples promesas de campaña.
No es posible que nuestros municipios y otros entes, establezcan hasta 10 o más requisitos y permisos para otorgar una patente de cualquier tipo,  antes de dar el bandezazo de apertura de una actividad. En algunos países más prósperos, han revertido el proceso, permitiendo la apertura de cualquier empresa o actividad a priori, y otorgando un plazo perentorio a posteriori, para formalizar los requisitos, ya de por sí, muy reducidos y simplificados.
De igual forma, tenemos emprendedores que cuentan con título profesional, pero no encuentran opciones para hacer crecer sus empresas por una burocracia risible y poco alentadora, en un país que aspira dejar algún día el subdesarrollo.

El Estado, lejos de allanar el camino para los verdaderos “pulseadores”. con los que se podría beneficiar a sí mismo, adopta por medio del Gobierno de turno, medidas recesivas como fue el tristemente célebre paquete de impuestos, un real ejemplo de cómo cerrarle las puertas a la creación de más zonas francas, introduciendo una serie de cargas que, de aprobarse, hubiesen significado el cierre masivo de micro, medianas y pequeñas empresas.
El mayor daño es que, aún cuando esto quedó evidenciado, continúa latente la amenaza de un nuevo paquete de impuestos.
Pero tranquilos costarricenses emprendedores, que mientras existan diputadas y diputados del Movimiento Libertario, esta injusta carga no será aprobada en nuestro país como legislación; de ustedes dependerá nuestra permanencia futura y nuestro crecimiento como fracción parlamentaria a partir del 2014.

Existe una relación directa entre emprendimiento y crecimiento económico. En Costa Rica tenemos el recurso humano y el intelecto creativo necesarios para la aspiración de crecer. El Estado no debe ser un obstáculo para nuestros proyectos, sino el facilitador para que nuestra economía prospere, entre más individuos migren de la economía informal  a la formalidad de las actividades, más ingresos recauda el erario público.
No es persiguiendo el cardumen como se genera riqueza, es facilitando que el cardumen crezca, se desarrolle y propague por el mar de la economía formal, como todos juntos, el estado, la familia y las empresas, podemos retomar la senda de la prosperidad.


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