La política nacional está viviendo épocas de gran metamorfosis y reacomodo, en base a lo que llamamos la crisis de un modelo, concebido al calor de reacciones hepáticas sin raciocinio, y no al análisis de la búsqueda de lo verdadero y lo auténtico.
El aparato estatal limita el radio de acción tanto de los funcionarios como de los administrados. Leyes anticorrupción nacidas al calor de supuestos actos, reñidos con los valores éticos, denuncias sin sentido y mal encauzadas ante órganos parajudiciales represivos, con el fin último de intimidar el libre accionar de los ciudadanos.
“Mentir, mentir, que algo queda”, es la tónica diaria del quehacer cotidiano, enlodar patrimonios y honras, destruir prestigios personales consolidados, intentos para neutralizar líderes que disienten o se oponen al “status quo” vigente, constituye el día a día del acontecer electoral y político.
La lucha de todos contra todos, el mostrarnos los dientes por acciones sin trascendencia, el acosamiento de unos hacia otros, PIEDRAS VAN Y PIEDRAS VIENEN DE UNO Y OTRO LADO, y el país paralizado… los problemas no resueltos, las decisiones postergadas, y las aventuras románticas de tirios y troyanas, saturando la información nacional.
Que la Prensa dice, que la Fiscalía acusa, que el Ministerio Público interviene, que el secreto bancario es violado, que las cuentas de fulano y de mengano fueron abiertas, que las salidas y entradas en Migración de algún dirigente político deben informarse. ¿ Dónde ha quedado nuestra vida privada y nuestra libertad de tránsito, y el libre emprendimiento productivo?. La justicia solo parece apostar a una dinámica que la hace cada vez menos independiente.
La consolidación y la búsqueda de la perpetuidad del poder político no dan para tal extremo, el sostenimiento de un grupo en el poder, no debe dar pie para difamar a los diversos opositores del régimen.
Songo le dio a Borondongo, Bernabé le pegó a Muchilanga, la vieja y famoso canción de Celia Cruz, retoma hoy día gran actualidad;, el imperio de la razón de la sinrazón, el serrucho y la vendetta, al peor estilo de la otrora mafia siciliana, han copado el escenario noticioso nacional.
Hacia dónde va Costa Rica, que despropósito final lleva esta tragicomedia que presenciamos con evidente y confusa desazón.
Dejo esta reflexión en la nube de la opinión pública nacional y de todos los compañeros y compañeras de este parlamento.
Requerimos con urgencia un cambio de estilo, un cambio de postura, un cambio total en el accionar de todos los actores involucrados, para retomar la senda del respeto y de la tolerancia mutua, en aras de poner el país en la dirección adecuada, hacia la consecución de los mejores beneficios ciudadanos.