martes, 26 de octubre de 2010

Nuevos derroteros del Cooperativismo

La Educacion especial y las personas de la tercera edad

Indudable es el papel protagónico que el cooperativismo ha jugado en el desarrollo socio económico del país.
Reconocible, a todas luces, es el trabajo de la dirigencia cooperativista, quienes, en conjunto con la enorme masa de trabajadores afiliados a cooperativas de distinta esencia productiva, favorecen el ascenso social, el desarrollo de comunidades y sectores, e impulsan decisivamente el progreso de Costa Rica.
Como Diputada de la República, miro, sin embargo con preocupación, dos segmentos de población que requieren de un apoyo inmediato y sostenible por parte del cooperativismo: la Educación Especial y la Tercera Edad.
La población estudiantil que requiere un proceso más focalizado de atención, no siempre puede satisfacer sus necesidades por la falta de personal especializado, la limitación de los recursos que maneja el centro educativo, y la estrechez de visión integral educativa que muestran muchos de nuestros programas de enseñanza, dirigidos a los alumnos (as)  que requieren educación especial.
La constitución de cooperativas conformadas por profesionales en la materia citada, vendría a suponer una apuesta por ofrecer este servicio a miles de estudiantes, impidiendo así se queden rezagados en su proceso de aprendizaje.
Cooperativas de Educación Especial, unidas estratégicamente con el Ministerio de Educación Pública, el Patronato Nacional de la Infancia, Instituciones Privadas de enseñanza, la Caja Costarricense del Seguro Social, y demás organizaciones que velen por la salud y educación de nuestros jóvenes, serìa una fórmula exitosa para esta necesidad.
Otro segmento de población que el país, en su fase productiva, y que de manera increíble no toma en cuenta es el de la tercera edad.
Miles de ciudadanos (as) mayores de 60 años, mantienen positivas sus capacidades y ánimo de lucha por la vida. Están deseosos de producir, de sentirse útiles,  ganar su sustento y mantener independencia.
Pero, el sistema económico nacional los ignora, los convierte en “seres inservibles”, y los relega a un lado de la sociedad.
Esto tiene que cambiar, y solo el cooperativismo lo puede hacer. Constituir cooperativas de adultos mayores, en diversas facetas de la producción nacional, aprovechando ese tesoro que es la experiencia de estas personas, volviendo a ponerlas al servicio de la sociedad, es algo que no se puede despreciar.
Las cooperativas de adultos mayores vendrían a reformular el derecho humano que tienen estas personas, de sentirse útiles y ganar dignamente el sustento.
Es hora que las autoridades del cooperativismo analicen y propongan acción sobre estos dos temas: educación especial y adultos mayores.
Diversificar la actividad cooperativa, explorando áreas en las que no ha incursionado, solamente ofrece beneficios para fortalecer el espíritu cooperativo.
Integrar a màs miembros de la sociedad en esta rica experiencia de progreso social, bajo la cobertura hacia educandos especiales y adultos mayores, cimenta decisivamente el carácter social que en el cooperativismo, ha sido bandera permanente de lucha.

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