Quiero hacer estas reflexiones, para reiterar, a propósito de la discusión del presupuesto, la página impositiva más negra y más triste que se haya conjurado, en contra todos los ciudadanos de nuestra nación.
Un impuesto de ventas aumentado y generalizado, servicios financieros gravados, rentas de todo tipo cercenadas, zonas francas gravadas, sector agrario y sector construcción con nuevos impuestos; este es el regalo navideño que el Ejecutivo nos pretende obsequiar a todos los costarricenses.
La estabilidad social del país, y el crecimiento económico, son dos variables que van siempre de la mano. Ambas, son dos aspectos claves en la generación de riqueza y disminución de la desigualdad. No provoquemos la ira ciudadana estableciendo impuestos abusivos. Las exageradas multas de la Ley de Tránsito de la anterior fracción liberacionista, se han venido cayendo una a una en la Sala Constitucional, por “desproporcionadas”, y estoy convencida, que este mal llamado Proyecto de Solidaridad Tributaria, terminará dichosamente corriendo la misma suerte.
El rechazo sistemático de todas las mociones correctivas y de eliminación de impuestos injustos, que pude experimentar de manera vivencial, me demostró que la carrera atropellada, al amparo de un artículo 208bis, ha dado a luz un proyecto de impuestos plagado de errores conceptuales, evidentes errores de procedimiento y carente de toda sensibilidad social.
El silencio y la ciega obediencia fue la tónica predominante en esta Comisión, no hubo discusión más allá de 5 minutos en algunas de las mociones, y las últimas 3.000 mociones, se desecharon sin discusión, a un récord promedio de 120 rechazos por hora, en los últimos dos días de labor de dicha Comisión.
Los libertarios hemos sostenido que, una verdadera reforma tributaria, debe basarse en un impuesto sobre la renta, bajo, no mayor de un 10%, de amplia cobertura y cobro fácil, y no en un impuesto creciente, que llevaría a las arcas del gobierno, una tercera parte de las ganancias de los que producen.
No es lo mismo, para una empresa que a lo largo de 12 meses de actividad económica genera una renta imponible de 10 millones, pagar 3 millones de impuesto, que pagar 1 millón, de manera que pueda reinvertir en su auto-crecimiento y la repartición de ganancias, una cantidad mayor, aumentando su capacidad productiva, generando más fuentes de empleo, e invirtiendo en nuevas tecnologías de punta para no sucumbir en la competencia.
En Costa Rica no existe actividad económica, ni movimiento financiero que no esté gravado con tributos.
Lo he dicho hasta la saciedad, pagamos impuestos cuando gastamos el dinero, pagamos impuestos cuando producimos el dinero, pagamos impuestos cuando ahorramos dinero, y cuando nos morimos, también pagamos impuestos. Y aún estando muertos, cuando nos heredan, o heredamos a nuestros parientes, les quitan parte de la herencia en impuestos.
Cuando compramos bienes o utilizamos un servicio, pagamos impuestos, cuando transamos propiedades, también nos gravan con tributos si vendemos algo, y si compramos para luego vender, también pagamos impuestos.
Y si al entorno nacional, le sumamos el descomunal apetito fiscal, de un Gobierno Central gastón, con Instituciones Autónomas gastonas, sucesor a la vez, del mayor gobierno gastón de los últimos 20 años, el futuro económico de todos los que tenemos la dicha de vivir en Costa Rica, no pinta nada halagüeño.
También, cotizamos mensualmente, de manera obligatoria, un impuesto de salud por si nos enfermamos. Porque lo aceptemos o no, el aporte a la Seguridad Social es un impuesto, aunque cuando solicitemos una gastroscopia, nos den la cita para el 2018, como le ha sucedido recientemente a un vecino de la Zona Sur.
Y todavía, como si el seguro público de salud fuera oportuno y eficiente, se nos impone un tributo del 2% a las consultas médicas y odontológicas, y cirugías privadas, donde acudimos casi invariablemente, para resolver situaciones de emergencia o de rutina.
A nosotros los asalariados nos cobran impuesto al salario, disfrazado de impuesto de la renta, como si un salario de sobrevivencia, como es el de la gran mayoría de costarricenses, puede recibir el calificativo de RENTA, en el estricto sentido de la palabra.
En resumen, se nos grava el trabajo, se nos grava el capital, se nos grava la tierra, y se nos grava el recurso humano, llámese persona física o persona jurídica.
Quiero decirles que entiendo muy bien lo que es el mundo de la política. Entiendo muy bien el mundo de las negociaciones, de defender proyectos, de hacer caso a lo que nos piden los superiores, a hacer negociaciones. Muchas veces dentro de esas negociaciones no estamos de acuerdo; internamente, profundamente, tampoco estamos de acuerdo con lo que está sucediendo.
Nos sentimos mal, pero apechugamos porque no nos queda de otra. Es algo que a veces debemos hacer en política. Creo que esto es lo que está sucediendo acá. Sé que la gran mayoría de ustedes está pensando que el paquete de impuestos, por más que el Gobierno necesite dineros frescos, el paquete de impuestos no está bien, había que revisarlo, había que mejorarle cosas. Cuando el rio suena piedras trae. Creo que el descontento que hay en el pueblo de Costa Rica está demostrando que eso es así. Sin embargo, hay un convenio, un pacto, y entiendo que los pactos se cumplen.
En el fondo del corazón, siento que la mayoría de ustedes sabe que van a empobrecer más a la clase media, y van a empobrecer mucho más al 21% de pobres que hay en el país. Ustedes saben bien que con esto no van a solucionar los problemas fiscales de Costa Rica, porque no hay un adecuado control, un adecuado manejo, no hay una adecuada recaudación, las cosas van a seguir igual, porque no hay voluntad política, ni el pueblo se pronuncia verdaderamente, porque el pueblo de Costa Rica podría parar esto, si hace sus protestas callejeras.
El pueblo de Costa Rica está adormecido y eso es lo que nos sucede. Después lo vamos a lamentar, después no entendemos qué pasó, pero probablemente se deba a un problema de adormecimiento, como lo refleja muy bien la canción Caña dulce pa’ moler, el tico está acostumbrado a que es mejor vivir como siempre se ha vivido, porque el mismo cambio representa su miedo.
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