Quiero leerles en esta tarde, una opinión del acucioso periodista Enrique Tovar, quien con su pluma incisiva, analítica e imparcial, nos describe de manera escueta pero con gran claridad, lo que podemos esperar todos los costarricenses, a raíz de los acontecimientos vividos en el país durante esta semana, abro comillas:
“SALA IV... JUEZ Y PARTE...
LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL PREVARICATO”...
Le corresponderá a la Sala IV decidir sobre el nombramiento del magistrado Fernando Cruz, con lo cual se realizará a todas luces, una colosal aberración, pues la Sala IV actúa como juez y parte. Para decirlo en términos más sencillos y claros. Supongamos que en un partido entre Saprissa y Alajuela, a los morados se les anula un gol dudoso.
Le corresponderá a la Sala IV decidir sobre el nombramiento del magistrado Fernando Cruz, con lo cual se realizará a todas luces, una colosal aberración, pues la Sala IV actúa como juez y parte. Para decirlo en términos más sencillos y claros. Supongamos que en un partido entre Saprissa y Alajuela, a los morados se les anula un gol dudoso.
A fin de resolver, se le pasa el asunto a un comité saprissista para que decida. Y por supuesto, los saprissistas darán por bueno el gol. O al contrario, que el perjudicado sea Alajuelense, y una comisión manuda sería la encargada de decidir sobre el gol que se les está regateando. Pues dirá que el gol fue legítimo.
Ese es el asunto en estos momentos con la Sala IV. Ni hace falta esperar el fallo. Ya se sabe de antemano que resolverá a favor del magistrado compañero.
A partir de esa resolución de la Sala IV, que desde ya es crónica de una noticia anunciada, en Costa Rica quedará institucionalizado el prevaricato, una verdadera aberración en la judicatura. Curiosamente, aquellos que claman por la legalidad en todo este embrollo nacional, guardan silencio al respecto. Así es mucha gente. Cuando la injusticia o la ilegalidad les favorece, entonces no levantan pancartas ni sueltan a los cuatro vientos sus estruendosas voces.” Cierro comillas.
Es increíble como nuestra Ley de Jurisdicción Constitucional, no previó situaciones tan
embarazosas como el presente caso, en donde un señor magistrado es reintegrado con asombrosa rapidez a sus labores, por sus mismos compañeros de trabajo.
¡ Cómo desearían tantos trabajadores costarricenses, esa diligencia y prontitud en acoger un recurso de amparo para ser reintegrados a sus eventuales labores, una vez finalizados sus contratos.!
Esta es nuestra folclórica y apacible Costa Rica, donde cada vez que sucede igual, pasa lo mismo.